La Educación
plástica y visual se hace imprescindible en la educación secundaria
a partir de la necesidad del alumnado de desarrollar las capacidades de
expresión, análisis, crítica, apreciación y creación de imágenes. Este
desarrollo se hace más necesario a medida que aumenta su relación con todo el
entorno social y cultural que lo rodea, un entorno sobresaturado de información
visual, hasta el punto que este hecho ya caracteriza nuestra época.
Esta
materia ha experimentado durante los últimos decenios unos cambios
espectaculares, no tanto en la cantidad de nuevos contenidos, como en la
evolución de nuevas técnicas y nuevos medios, a través de los cuales ésta se
desarrolla. El acceso al mundo de las imágenes, sus posibilidades de
manipulación a través de medios informáticos cada día mas globalizados, la
facilidad en la creación de nuevas formas, la popularización de nuevos
instrumentos para la creación artística, como son el ordenador, la fotografía
digital, la cámara de vídeo, etc., hace que tanto los objetivos y los
contenidos, como también la metodología de trabajo, sean susceptibles de
cambios continuos.
Como
cualquier otro lenguaje, el lenguaje plástico-visual necesita de dos niveles
interrelacionados de comunicación: saber ver para comprender y saber hacer para
expresarse, con la finalidad de comunicarse, producir y crear y conocer mejor
la realidad y a uno mismo para transformarla y transformarse, en definitiva:
para humanizar la realidad y al propio ser humano como eje central de la misma.
Saber
ver para comprender implica la necesidad de educar en la percepción, supone ser
capaz de evaluar la información visual que se recibe basándose en una
comprensión estética que permita llegar a conclusiones personales de aceptación
o rechazo según la propia escala de valores y, además, poder emocionarse a
través de la inmediatez de la percepción sensorial para analizar después la
realidad, tanto natural como social, de manera objetiva, razonada y crítica. La
adquisición de estos conocimientos ha de servir para que se creen mecanismos
analíticos que hagan de filtro a todo aquello que antes era asimilado de manera
irreflexiva e inconsciente. En un segundo nivel, permitirá favorecer el
desarrollo de su sensibilidad estética y disfrutar de todo aquello que le
ofrece el entorno visual y plástico. Es precisamente la capacidad de disfrutar
de todo esto lo que tenemos que buscar como objetivo para nuestros alumnos, ya
que nos permitirá poder estimular al alumnado a la adquisición de conceptos
sencillos o de otros más complejos. Al mismo tiempo la plástica tiene que
incidir en la formación de códigos éticos, que preparen al alumno como futuro
ciudadano en el uso correcto en la comunicación audiovisual.
Saber
hacer para expresarse necesita del saber anterior y pretende que el alumnado
desarrolle una actitud de indagación, producción y creación. Han de ser capaces
de realizar representaciones objetivas y subjetivas mediante unos conocimientos
imprescindibles, tanto conceptuales como procedimentales, que les permitan
expresarse y desarrollar el propio potencial creativo.
Finalmente,
el desarrollo de los contenidos de la materia, en sus dos líneas del saber ver
para comprender y del saber hacer para expresarse, no tiene como objetivo final
la formación de artistas, ni una formación académica muy especializada, que
será el objetivo de estudios posteriores, pero sí que contribuirá al desarrollo
de aquellas capacidades de los alumnos que les permitan una formación profesional
de base dentro del campo de la expresión plástica, y en todo su abanico de
posibilidades: publicidad, cómic, televisión, cine, fotografía, diseño, dibujo,
pintura, escultura y arquitectura.
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